Centro de readaptación social o, ya en serio, tambo de reclusión y hacinamiento de presuntos culpables y delincuentes probados. Si bien su administración es responsabilidad de las autoridades (legales), su gobierno suele estar en manos de las autoridades (criminales). Dicen las malas lenguas que en ellos es más fácil conseguir mota y perico que una audiencia con un juez, y que si hay motines como los de Apodaca y Topo Chico es porque los colchones son muy incómodos. En tiempos recientes, también han sido identificados como centros de entrenamiento para delincuentes de alto rendimiento.